La Argentina es el primer país del mundo en tener toda su superficie cultivada con vid caracterizada en una plataforma bajo un único método científico y con la información libre para los productores
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La industria vitivinícola se basa en un concepto fundamental, al que técnicamente llamamos terroir. Podría traducirse como “terruño”, pero esta palabra tiene otra resonancia en español. Y además la industria del vino usa el término en francés refiriéndose a una combinación única de un varietal con un cierto suelo, un cierto clima, una cierta altura sobre el nivel del mar y una forma específica de trabajar en ese viñedo (o en esa parcela, según los casos).a góndola del súper y la winery pueden fácilmente abrumar por su abundancia y diversidad. ¿Cómo entender semejante variedad de etiquetas, varietales, regiones y hasta botellas de diferente diseño y capacidad? En realidad, no es para nada difícil, si miramos el mapa a grandes rasgos.
El concepto de terroir entra en escena en todo tipo de producción agrícola, pero cuando hablamos de vino esta realidad es tan simple como relevante. Es esa combinación única de clima, suelo, variedades y trabajo en el viñedo que produce un vino que expresa su lugar y las condiciones de origen. Desde luego, el término puede sugerir que sólo hablamos del suelo, pero el concepto integra todos los factores, humanos y naturales que interactúan en el viñedo y de allí que para el productor sea clave conocer cada detalle.
Esta información es costosa y de difícil acceso, sin embargo, la Argentina es el primer país vitivinícola del mundo en tener toda su superficie cultivada con vid caracterizada bajo un único método científico y con la información libre para los productores. Esto es gracias a un trabajo realizado por el Consejo Federal de Inversiones (CFI), en conjunto con los gobiernos de las provincias vitivinícolas y en articulación con la Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar). El estudio se publicó a fines de 2023 y demandó el trabajo de 50 profesionales que relevaron más de 15.000 hectáreas de vid distribuidas en 59 valles y oasis productivos de 14 provincias argentinas. Se realizaron 327 calicatas (los pozos entre hileras de vid que permiten conocer el perfil del suelo) y se colectó información fundamental para la conformación de una base de datos objetiva, uniforme y comparable con más de 2000 capas de mapas e información edáfica, climática y paisajística, que está disponible libremente aquí: https://caracterizacion-fisico-ambiental-coviar.hub.arcgis.com/.
La información corresponde a áreas productivas de las provincias de Buenos Aires, Catamarca, Chubut, Córdoba, Entre Ríos, Jujuy, La Pampa, La Rioja, Mendoza, Neuquén, Río Negro, Salta, San Juan y Tucumán y ayuda a potenciar el valor de cada territorio, unificar áreas con patrones similares de comportamiento varietal y facilitar el proceso de generación de indicaciones geográficas.
Los atributos de un vino son el resultado de la interacción de factores ambientales, biológicos, vitícolas, geológicos, enológicos y culturales, delimitando el terruño óptimo para cada varietal de vid. Este conocimiento hace que productores y bodegas conozcan mejor sus regiones, potencien su producción y puedan comunicar y vender mejor sus vinos a partir de la diversidad. Además, conocer cada región permite elegir la variedad correcta para plantar, así como los cuidados del viñedo y la determinación de la calidad de las uvas y el vino.
Las provincias
En la Argentina hay 18 provincias productoras con 885 establecimientos elaboradores y una superficie cultivada de vid de 207.047 hectáreas dividida en cinco grandes regiones: Norte, Cuyo, Patagonia-Atlántica, Serrana y Litoral.
En el norte, la altura marca el gran diferencial del terruño en Jujuy, Salta, Catamarca y Tucumán, una zona que representa el 3,29% de la superficie cultivada del país. Aquí, donde la región es atravesada por el Valle Calchaquí, los Valles Templados y la Quebrada de Humahuaca, se pueden encontrar vides hasta 3329 metros sobre el nivel del mar generando vinos de gran carácter varietal, donde el Malbec es la uva más cultivada, pero el Torrontés es el emblema del territorio.
La zona de Patagonia y Atlántica son nuevos terruños que han nacido de la búsqueda por parte de los productores de extender los límites de la viticultura hacia el sur y hacia el este. Así, contamos con los viñedos más australes del mundo, en Chubut, más allá de los 45° latitud sur, y con cultivos en la Indicación Geográfica Chapadmalal, que representa el punto más oriental del cultivo de la vid en la Argentina, además de ser de tipo marítimo. La Pampa, Neuquén, Río Negro, Chubut y Buenos Aires representan el 1,99% de la superficie cultivada del país, pero sorprenden por la diversidad y personalidad de sus vinos de estas tierras con gran amplitud térmica y climas extremos.
Entre las zonas que comienzan a crecer está la región serrana, con Córdoba como foco de crecimiento vitivinícola gracias a sus 245 hectáreas en siete zonas, 109 viñedos, 12 bodegas y 23 elaboradores artesanales, 13 elaboradores caseros y seis productores de espumosos. Por su parte, en el litoral es Entre Ríos la provincia que destaca con 60 hectáreas de vid registradas y más de 60 productores de uva, cuatro bodegas industriales, 2 champañeras y más de 15 elaboradores de vinos caseros y artesanales.
Cuyo es la región destacada del vino en la Argentina. Árida y fértil, esta zona ubicada en el centro-oeste del país se encuentra al pie de la cordillera de los Andes y está formada por La Rioja, San Juan y Mendoza. Un clima semidesértico con poca vegetación, donde el agua llega del deshielo para alimentar los ríos y desde allí los cultivos en cada zona productiva. Más de 180.000 hectáreas cultivadas que representan el 94,51% del país y más de 70 Indicaciones Geográficas que consignan terruños productivos específicos y diferenciados. En esta área productiva, desde luego, la provincia que se destaca es Mendoza, con sus 5 subregiones: Valle de Uco, Primera Zona y los oasis norte, este y sur.
Sin duda, Argentina se destaca por su gran diversidad de terroir, con la mayoría de sus zonas alejadas de los océanos, lo que distingue al país como una de las pocas viticulturas continentales del mundo con gran amplitud térmica por latitud o por altura, características que contribuyen a la salud de los viñedos y abre la posibilidad de viñedos orgánicos y vinos menos intervenidos.
¿Pero todo esto puede percibirse al beber vino? Sí, claro. Con la práctica uno puede descubrir, en los aromas, en los sabores y en los colores, cada clima y cada zona. Cada región tiene sus características, por eso sugiero probar vinos de diferentes regiones y comenzar así el camino de aprendizaje en este mundo diverso y en constante evolución del vino y sus lugares.