El consultor laboral de empresas puso de relieve la desarticulación entre la actualidad del mundo laboral y la Ley de Contrato de Trabajo; el impacto de las tecnologías y las nuevas generaciones
“La Ley de Contrato de Trabajo es un fracaso”. Así lo afirmó Julián de Diego, consultor laboral de empresas y de entidades empresarias. “El problema es que aborda objetivos que ya nadie discute; hoy se discuten objetivos que tienen que ver con el proceso de transformación”, agregó el abogado.
La normativa, cuya modificación fue incluida como uno de los puntos principales de la Ley Bases, data de 1974. “La última reforma laboral importante fue realizada por Norberto Centeno, a pedido de Juan Domingo Perón. Tras su muerte, fue aprobada a libro cerrado con el voto unánime de todos los legisladores. Y allí se establecieron dos objetivos: enunciar todos los derechos que estaban dispersos y consolidarlos en un cuerpo legislativo”, señaló De Diego en el marco de la novena edición del Summit Recursos Humanos, organizado por LA NACION. En un mano a mano con José Del Rio, secretario General de Redacción de este medio, remarcó “Esos objetivos cambiaron. Por lo tanto, la legislación vigente está fuera de época”.
Para el especialista, la nueva normativa debería estar concentrada en dos nuevos objetivos. Por un lado, en la adaptación de la legislación a las nuevas tecnologías exponenciales -que no solo incluyen la informática y la robótica, sino también la Inteligencia Artificial-; y, por el otro, en la creación de empleo en las nuevas condiciones que ofrece el mercado.
Actualmente, el proyecto se encuentra en debate en la Cámara de Senadores. Y los puntos más destacados que contempla son: la ampliación de los períodos de prueba; la inclusión de la posibilidad de un fondo de cese laboral en reemplazo de la indemnización; y la condonación de multas por trabajo no registrado.
“El mundo de las nuevas tecnologías invade todo, por lo que tenemos que estar a tiro con ello. Los líderes de Recursos Humanos son conscientes de que sus herramientas están en un proceso de desgaste muy singular y que desaparecerán en días o meses; ya no años”, sentenció.
De la exportación a la internacionalización
A la hora de analizar los factores que llevaron a la caducidad de los modelos de gestión clásicos, De Diego apuntó hacia dos ejes. “Los modelos basados en la retención de talentos, incentivos y elementos de atracción, típicos de una década atrás, perdieron interés; las personas no quieren beneficios a dos años, porque seguramente estén en otro empleo. Prefieren, por ejemplo, conocer detalles sobre el bono de fin de año, para ver si cumpliendo determinados objetivos logra un ahorro”, indicó.
Y a este sumó también otro fenómeno que, según consideró, está derivando en un colapso en el empleo: la iniciativa individual y el emprendedurismo. “No solo se trata de la transformación de las empresas, sino de las personas, que quieren tener un nivel de refuerzo para su vida futura, muy superior al que las mejores organizaciones le brindan. Además, la permanencia dejó de ser un valor importante, lo cual choca con la intención de retención de talentos. El proceso de transformación es más rápido que el de las organizaciones”, resaltó.
En otro orden, De Diego también puso la lupa sobre la exportación de servicios. “Antes, este era un objetivo central. Sin embargo, hoy la prestación de servicios se desterritorializó: es posible trabajar desde Chile, México o cualquier país africano; solo se requiere conectividad y tecnología que permita la interrelación. Se perdió el sentido de la exportación, porque se internacionalizó el servicio”, remarcó.